1- El Grupo
Somos seres sociales y nuestra naturaleza nos impulsa a buscar el contacto con otros humanos. Este contacto necesario, los humanos lo establecemos comunicándonos; transmitiendo y recibiendo información para poder conocer a los humanos que tenemos cerca y así, libremente, detectar si es peligroso o no socializar con ellos.
La información que el acto de comunicación transmite tiene dos componentes: uno lógico-racional y otro intuitivo-emocional que acostumbran a ser procesados por canales o estructuras diferentes del cerebro. La valoración y combinación de los datos de ambos canales, proporciona a la persona la información mínima para decidir si quiere confiar o quiere huir del ser que tiene en frente. En un mundo salvaje y primitivo resolver rápido este dilema es muy importante. Nadie quiere ser el almuerzo de otro ser y en el paleolítico este era un riesgo real.
Al ser el canal emocional más rápido que el canal racional, en general, lo que incitaba a los seres humanos a huir o permanecer era una decisión emocional no racional. Luego, si seguíamos vivos y no huíamos, la comunicación nos proporcionaba información suplementaria para decidir si confiar o no en el otro ser. Ser capaz de confiar en otro ser humano no era un detalle menor pues normalmente dos humanos podían sobrevivir más tiempo que uno solo. Los humanos que tenían curiosidad por el otro y conseguían comunicarse y vincularse podían vivir más que los solitarios.
Sobrevivir solo era muy difícil así que a pesar de los riesgos, nuestra naturaleza nos empujó ser más y mas curiosos con el otro; a conocerle. De todos modos, no podemos perder de vista que esta “curiosidad” que nos empujó a conseguir más información y conocimiento tenía como único motivo decidir si se establecía un vínculo de confianza. El objetivo de la curiosidad no era el conocimiento en si, sino la posibilidad de empalizar con el otro para cooperar. Etimológicamente ya la palabra curiosidad (latín cūra y posiblemente del proto-indo-europeo *kʷeis) implica preocupación, atención al otro, cuidado por el otro, es decir vínculo con el otro.
Disculpen que insistamos en este punto pero es que es básico. Podemos (que no implica que debamos) empatizar y confiar en otro ser cuando tenemos conocimiento sobre ese ser, un conocimiento fruto de la información que la comunicación racional y emocional nos proporciona gracias a un proceso de comunicación que acostumbra a iniciarse con un impulso emocional. Si no hay catalizador emocional, o nos negamos a comunicarnos o cerramos uno de los dos canales de información, no obtenemos conocimiento sobre la otra persona y por lo tanto no podemos confiar ni empatizar.
Pero la comunicación no es solo buena para descubrir y empatizar con otras personas, nada dentro de un grupo puede funcionar sin la confianza que surge a partir del conocimiento. No importa si se trata de una sociedad moderna o primitiva. Sin confianza en el grupo la gente se vuelve suspicaz y desconfiada. Finalizan los comportamientos altruistas y la sociedad tiene que recurrir a la fuerza u otros medios de presión para evitar la desintegración del grupo. La confianza es lo que crea la sociedad, no al revés. Es decir, no es la confianza en una sociedad lo que crea a las personas sino la confianza entre las personas lo que crea la sociedad. Y la confianza nace de una emoción.
2 – La Institución y el Grupo
Todo grupo social debe satisfacer ciertas necesidades básicas. La gente tiene que comer, jugar, descansar, sanar, amar, etc. La satisfacción de estas necesidades se consigue o bien auto-organizándose o bien creando un sistema organizado.
– El requisito para la auto-organización (organizarse sin normas externas) es un buen conocimiento de las otras personas del grupo.
– El requisito para crear un sistema organizado en un grupo, es la capacidad de pensamiento abstracto pues es necesario crear de la nada una institución; esto es una norma, uso, ley o tradición que las personas acuerdan o aceptan y que intermedia en sus relaciones personales. Puesto que la institución intermedia entre las personas, se condiciona el comportamiento dentro del grupo de aquellas personas. Ejemplos de instituciones son el sistema de tributario, los juegos, el matrimonio, el idioma, las tradiciones, la monarquía, las constituciones, los mercados, las leyes, etc
El conocimiento necesario para la auto-organización limita mucho el tamaño de los grupos por lo que en general se tiende a crear sistemas organizados gestionados por instituciones. Cada institución es responsable de una tarea o acción en el interior de la vida del grupo, y los afectados por esta tarea debe delegar el conocimiento para manejar esa tarea en la institución correspondiente. Debido a que cualquier institución intermedia entre individuos -porque se ocupa de algunas de sus relaciones- las instituciones condicionan en parte el comportamiento dentro del grupo y el acceso a determinados conocimientos.
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