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Conocer a Las Personas

La lógica científica nos dice que todo el mundo ha nacido donde ha nacido; por casualidad.

Nunca nadie ha hecho nada para merecer nacer en una familia rica o una familia pobre o, para nacer en Barcelona, Londres o Berna, en lugar de nacer en un suburbio de una ciudad de la India, o en un mísero poblado de África.

Nuestros padres pueden haberse esforzado mucho o muy poco, para darnos el mejor inicio en esta existencia, y nivelar así los problemas y ayudarnos a solucionar nuestras vidas; pero nosotros no hemos hecho nada para merecer estos padres. Simplemente no estaba en nuestras manos el poder influir en la decisión y, por lo tanto, no podíamos condicionar de ninguna forma el nacer en un lugar u otro y, tener unos padres u otros.

Esto es una evidencia que no merece demasiada discusión pues nadie es capaz de demostrar que nació donde él quería y cuánto él quería. Así que, siendo evidente que no hemos hecho nada para merecerlo, ¿Por qué muchas veces,  una persona nacida en la zona alta de Barcelona, Londres o Zurich se cree mejor o superior a un emigrante sin papeles que acaba de llegar?.

Lo mismo se aplica al aspecto físico. Nadie ha hecho nada para merecer nacer rubio o moreno, con ojos claros u oscuros, guapo o feo, hombre o mujer, delgado o gordo, alto o bajo. Nadie nunca es capaz de controlar y decidir, cómo será en el momento de nacer.

Pero son millones los occidentales que, por ser un hombre de raza blanca, alto y fuerte, se creen mejores o, superiores o, diferentes, de por ejemplo una mujer, gorda, vieja, poco favorecida y de aspecto gitano.
Y como no, lo mismo ocurre con las capacidades intelectuales y artísticas. Ser más o menos inteligente o, tener más o menos retentiva, capacidad de cálculo, imaginación, capacidad deductiva, etc nos viene, en gran medida, dado. Pero igualmente, algunos se sienten superiores y etiquetan a otras personas de manera despectiva como ‘tontos’, ‘ignorantes’, ‘sin gusto’, ‘paletos’, etc.

Lo repito aunque es evidente: Nadie ha podido elegir antes de nacer, cómo sería en ningún aspecto. El lugar donde nacemos, nuestro aspecto físico y nuestras capacidades intelectuales de salida, no dependen de nosotros. Nos vienen, en gran medida, dadas y no tienen ningún mérito. Por lo tanto, no podemos utilizar estas características para justificar la fortuna o desgracia de las otras personas. La persona fea, o la persona nacida en un barrio pobre, o la persona nacida en un país en guerra o la persona nacida con discapacidades no ha hecho nada para merecer tal suerte.

Capacidades – Posibilidades
A todas estas personas tenemos que brindarles los mismos derechos que a las personas que han sido más afortunadas o, afortunadas en otros aspectos, pero más que los derechos que potencialmente podamos tener, lo importante al nacer, es que en nuestro entorno accesible, tengamos o no la capacidad de actuar, para cambiar las circunstancias o características que nos son dadas, si consideramos que afectan nuestro deseo natural de tener una vida sana y feliz.

Si tenemos la posibilidad de actuar; entonces podemos mejorar o cambiar. Por ejemplo, si eres occidental y tienes una nariz grande, o eres una mujer y quieres conducir un avión, en general tienes la capacidad de operar tu nariz o sacarte el título de piloto de avión. Será doloroso o caro pero si tu quieres, puedes.

Si eres un pobre en África, casi nunca tendrás esta capacidad de cambiar tu nariz por muy grande  que la sientas o, si eres una mujer de Somalia, no podrás sacarte el título de piloto por mucho dinero que tengas. Nadie te niega el derecho a cambiar tu nariz o a pilotar un avión, pero ni las posibilidades económicas en un pueblo del Congo, ni el peso de la tradición religiosa en Somalia, permitirán que puedas alterar hechos que condicionan tu vida. Tener el derecho, no significa que tengas la posibilidad de ejercerlo.

Por lo tanto, lo que puede marcar nuestro éxito o, acercarnos más a la posibilidad de una vida feliz, no es sólo el tener determinados derechos sino la capacidad de ejercer o utilizar esos derechos; vivienda digna, participar en elecciones, acceso a la sanidad, poder tener hijos, educación, pensión, créditos o becas, profesiones, etc.  son derechos que pueden existir en un país, pero no estar al alcance de muchas personas. Y esto, como la raza, la capacidad intelectual o la clase social no depende de ti en ningún aspecto; te viene dado.

Ventajas

A pesar de esto, algunas personas, a pesar del lugar donde han nacido, por su aspecto físico, o por sus características psicológicas serán capaces de acceder a unas potenciales capacidades que, a sus similares les son negadas, y les permitirán alterar las cartas que el destino les ha dado al nacer. De modo que, el objetivo de conseguir una vida sana y feliz, puede efectivamente entrar en su marco de posibilidades de futuro; es decir, que su futuro estará en sus manos.

He citado anteriormente el caso de que una mujer somalí, aunque tenga mucho dinero y legalmente nada impide que pueda ser piloto de avión; ni la tradición ni la infraestructura del país se lo permitirán. Pero algunas mujeres somalíes como la diputada al parlamento holandés Ayan Hirsi Ali o, la modelo y escritora Waris Dirie o la famosa top-model Iman, han llegado a un punto en su vida, que la posibilidad de pilotar un avión, entra dentro de su marco de posibilidades de futuro. A pesar de ser mujeres, nacidas en Somalia y de cultura musulmana.

¿Este extraordinario hecho es mérito suyo?. En parte si, pero si no hubiesen tenido un físico extraordinario, hubiesen sido muy listas, con mucho coraje y hubiesen tenido mucha suerte, no hubiesen llegado a donde han llegado. Y todas estas cualidades, en parte les fueron dadas o sucedieron sin su intervención. Son miles las mujeres como ellas que no tienen la posibilidad de construirse su marco de posibilidades de futuro, porque se limitan a sobrevivir un día más y sobretodo, no empeorar. Su futuro no está en sus manos. Quizás son guapas, listas y valerosas pero no han tenido suerte.

La suerte

El disfrutar de libertad y la capacidad de ser feliz, no es sólo una cuestión de tener determinados derechos, sino que exige estar en una posición que permita hacer uso de estos derechos y, esto va en función del individuo, pero también del entorno y de la suerte. En esta vida, el éxito o el fracaso, dependen en gran medida de la persona, pero el fracaso o el éxito, tampoco podemos decir que sean únicamente mérito de la persona.

Alardear de éxito en esta vida, si las bases de este éxito no son mérito tuyo, no tiene mucho valor. Es como alardear de que el color del Mediterráneo es más azul que el del Mar del Norte o, que los Alpes son más altos que los Pirineos.  Si te hace sentir mejor pues fantástico, pero está claro que no es mérito tuyo, pues no depende de ti, y por lo tanto, es ridículo utilizarlo contra nadie.

Lo único que realmente depende de uno mismo, es la valoración que se haga uno mismo de la persona que ha conseguido ser. Esto implica la comprensión de la propia Cultura Interior (qué me ha venido dado), la comprensión del individuo (qué he hecho yo) y la comprensión de la Cultura Exterior (a quién afecto y quiénes me afectan con mi actitud).

Si comprendemos La Persona que somos, la aceptamos y estamos conforme con lo que nos hemos convertido, entonces si que podemos sentirnos orgullosos de lo que hemos logrado: algo tan simple y tan difícil como ser ‘una gran persona’.
Esto me trae inevitablemente al último punto, que políticamente es problemático y que, a pesar de que yo mismo reconozco la imposibilidad hoy en día de su plena aplicación, sí que creo que tendría que servirnos de recordatorio ‘ético’.
Este último punto dice así:

– Si nadie considera que un científico, un político o un artista tiene más derechos por el hecho de ser más inteligente, poderoso o creativo que, por ejemplo, nuestro hijo.

– Si nadie considera que por haber nacido más guapo, inteligente o fuerte una persona ha de tener más derechos que los que no son tanto listos o guapos.

– Si nadie considera que por haber nacido en uno u otro lugar o, por tener una u otra discapacidad, tenemos que negarle a esa persona sus derechos básicos.

– Y si estamos de acuerdo en que el poder ser, actuar y sentirse una persona libre es un derecho básico y que quien niega estos derechos básicos, no puede ser considerado persona.

Entonces, tendríamos que re-considerar nuestra relación con algunos mamíferos. No todos los humanos son personas, ni todas las personas son humanas.

La empatía es un componente clave para ayudarnos a percibir ese plus, que identifica las personas de entre los seres vivos y, a los seres vivos que han dejado de ser personas.